lunes, julio 02, 2012

México: Volver al pasado.

¿Volver al pasado? Realmente nunca salimos.

Elecciones, política y civismo.

Palabras que existen pero no hacen justicia a su definición. Al menos no en el país que vivo.
Hace seis años quedé asqueado de la forma en que esas tres convergen, harto de los libros de historia y anécdotas, prometí que no me involucraría otra vez y aquí me tienen.

Hoy entiendo un poco más a las personas que han aprendido a vivir a su modo, lejos de los políticos, lejos del show denigrante al que somos expuestos cada que uno de esos seres piensa un segundo en nosotros y nosotros pensamos que nos necesitan, que tenemos el poder, nada más falso.
Al final estamos envueltos en el circo de ir a votar, de creer que estamos eligiendo, de sentirnos importantes.

Yo no creo el cuento bonito al final de cada sexenio, ese que dice que todos somos México y como tal pertenecemos a una sociedad que debe cambiar —cambio, otra palabra que aquí no existe— que si somos mejores personas seremos un mejor país. Mentiras todas.

Explíquenme por qué entonces hay personas que hacen todo bien, que siguen las reglas, que trabajan, que velan por los demás y nunca son recompensadas, y nunca lo serán. Es porque «ser bueno» no sirve de nada, triste, tremendo y contundente.
Y es aquí cuando entra el gobierno —que por cierto convencido estoy de que no debe darnos nada, pero Sí debe marcar el rumbo— un gobierno de intereses obviamente no beneficia a todos. El gobierno marca el rumbo, lídera y fortalece, aquí se fortalecen unos cuantos.

Entonces esa gente anónima seguirá haciendo las cosas bien, porque así funciona. Y muchos otros seguirán ocupando lugares que no les pertenecen porque también así funciona.

La realidad de México hoy es la misma que en 1988, 2006 e incluso me atrevo a decir que desde 1521. Más que realidad un estigma.

Todo indica que el representante de nosotros será un tipo prefabricado, falto de cultura e intelectualmente débil. Alguien que haría que Homero Simpson pareciera inteligente.
El deber de nosotros como ciudadanos es no serlo. No por amor al país, ni por formar parte de una sociedad, sino por convicciones. Una tarea tal vez imposible.

La democracia en México es a lo que huele tu dedo entintado después de votar.

Ojalá que me equivoque.

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