No recuerdo exactamente como fue, sólo sé que desde ese día que lo escuché por primera vez dejó una semilla en mi, así como me considero una persona hecha a base de muchas semillas o recuerdos de ideologías truncas, amistades de niñez perdidas, guitarras distorcionadas, ex novias que me han olvidado, roqueros de medio pelo, letras en cuadernos de secundaria, sueños de juventud imposibles y un sin fin de lista más, Joaquín Sabina es uno de los artistas que más he escuchado y siempre le encuentro algo nuevo. Sus letras, los versos, las canciones. Es un tipo que hace lo que quiere y como quiere, es ser brillante y sencillo a la vez, vulgar y el más elegante al mismo tiempo.
Hablar de Sabina no es fácil, es un tipo que escribe poesía en canciones y canciones de poesía, recita y canta con esa particular voz característica, ha publicado catorce discos de estudio, cuatro en directo y tres recopilatorios y colaborado con distintos artistas cantando dúos y realizando muchas otras colaboraciones.
Algunas de sus canciones ya son himnos de cantina, las favoritas de un padre de familia, de un adolescente o de una dama.
Todos hemos escuchado alguna rola de el flaco y no tengo nada más que decir que: ¡Sabina eres grande!
Contigo:
Así estoy yo sin tí:
Sólo dos rolitas del Sabina.
Saludos.
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